Psicólogo para trastornos de la conducta alimentaria en Valencia
No se puede negar que la mayoría de trastornos relacionados con la imagen física y la alimentación tienen un profundo trasfondo de presión que proviene de la sociedad actual que, con cierta frecuencia se focaliza en hombres, pero mayoritariamente se dirige hacia el género femenino.
Cada año, miles de adolescentes padecen trastornos de la conducta alimentaria, problemas de peso, ingesta compulsiva o deficiente, o bien perciben una imagen de su cuerpo totalmente distorsionada.
Los psicólogos para trastornos de la conducta alimentaria nos solemos encontrar dos tipos de problemática con mayor incidencia en la población infantojuvenil: la anorexia y la bulimia, que afectan a casi un 1% de la población adolescente, siendo especialmente prevalentes en mujeres.
Las personas que padecen anorexia sienten una aversión patológica ya no solo al hecho de engordar en sí mismo, sino que establecen un control riguroso y obsesivo sobre sus variaciones de peso en la báscula.
Las personas con este diagnóstico perciben una imagen distorsionada de sus cuerpos y muestran grandes dificultades a la hora de mantener un peso normativo. Es habitual que restrinjan la ingesta de alimentos, que coman alejados de la familia o en horarios extraños y que realicen conductas compensatorias como ejercicio físico extremo. En el caso de la anorexia nerviosa, además suelen recurrir a los atracones seguidos de purgas mediante vómito o laxantes.
Por otra parte, encontramos el diagnóstico de bulimia como una afección muy similar a la anorexia nerviosa, pero en la que no suele existir la privación de la ingesta. Las conductas compensatorias son muy habituales, con ciclos de atracón y purga o compensación al menos dos veces por semana, siempre a escondidas de sus familiares y sus amigos.
Si bien es cierto que la señal de alerta principal en la anorexia suele ser el infrapeso de las personas con este diagnóstico, las personas que padecen bulimia no siempre cumplen con esta condición.
Sin embargo, hay otros signos físicos que nos pueden ayudar a la hora de realizar un posible diagnóstico, como un tono más amarillo en la dentadura (a consecuencia de los vómitos), el uso frecuente de laxantes, los cambios bruscos de humor, o el saltarse ciertas comidas (con el objetivo de compensar con “atracones” previos).
Además, existe otro trastorno de la alimentación que no resulta tan conocido como la anorexia o la bulimia, pero que resulta igualmente nocivo para la salud, como es el trastorno por atracón.
En estos casos, la persona que lo padece suele recurrir a una ingesta calórica masiva como una vía de escape, generalmente, a ciertos problemas sociales o relacionados con una deficiente gestión del estrés o la ansiedad.
Es cierto que no es frecuente recurrir al vómito en este tipo de diagnóstico, pero sí se puede observar como síntoma del problema que se produzcan grandes variaciones de peso en la persona en un periodo muy breve de tiempo, además de otros síntomas asociados a la ansiedad como: inquietud, llanto, falta de sueño, entre otros.
Como se puede observar, existen multitud de trastornos relacionados con la conducta alimentaria y la autopercepción física, entre los que se encuentra, por ejemplo, la emergente vigorexia, que consiste en la necesidad descontrolada de realizar ejercicio físico de acuerdo a un ideal no realista y que, al contrario que la bulimia y la anorexia, suele darse en hombres.
Las personas con diagnóstico de trastorno de la alimentación llevan a la práctica acciones que son verdaderamente nocivas para sí, no solo por el mero hecho de la privación de nutrición que nuestro organismo necesita para subsistir, sino porque un trastorno de alimentación que no se trabaja adecuadamente con el paciente y su familia puede llegar a convertirse en una patología crónica de difícil solución y que puede suponer un peligro real para la vida.
Vivir con anorexia, bulimia u otros trastornos de la alimentación conlleva un malestar y un deterioro significativo de las actividades diarias y la vida social que requiere un abordaje terapéutico de la mano de profesionales cualificados para esta labor.
Un psicólogo experto en trastornos alimentarios, como ofrecemos en Dopsi, orientará y asesorará al paciente y a la familia sobre las mejores técnicas y estrategias a poner en práctica para que la persona pueda readaptarse a un estilo de alimentación sano que, a su vez, repercuta en una mejora en el resto de áreas de su vida.