Sombra de un monstruo hecha con las manos

Psicólogo para fobias en Valencia

El miedo es una de las seis emociones básicas o universales junto con la tristeza, la alegría, el asco, la ira y la sorpresa. Ello significa que la población de cualquier parte del mundo, incluidas pequeñas tribus que apenas han tenido contacto con el exterior, comparte un lenguaje emocional común que permite a un interlocutor ser capaz de captar el estado anímico de la persona que tiene delante sin necesidad de estar amparados bajo la misma lengua.

A menudo solemos pensar que el miedo es una emoción absurda que nos paraliza y nos impide enfrentarnos a ciertos retos, de manera que la asociamos con algo “negativo”.

Nada más lejos de la realidad, el objetivo de esta emoción es ayudarnos a sobrevivir, pues el miedo activa ciertos mecanismos cerebrales como la amígdala, que se relacionan directamente con el estado de “alerta” y la puesta en marcha de comportamientos que nos permitan afrontar aquel estímulo que se ha catalogado como una amenaza.

El miedo, de forma relativamente controlada, nos ayuda a ser prudentes y a evitar conductas de riesgo que podrían poner en peligro nuestra vida, de manera que nos obliga a analizar los movimientos que vamos a hacer antes de ponerlos en práctica.

Sin embargo, un miedo excesivo en intensidad y duración deja de convertirse en una emoción evolutiva que nos prepara para la supervivencia, y se convierte en un aspecto patológico que puede complicarnos nuestra relación con el medio y con nosotros mismos.

Las fobias son una de las categorías diagnósticas dentro de los trastornos de ansiedad que se caracterizan por un temor intenso e irracional que afecta sustancialmente al funcionamiento cotidiano de aquel que la padece, puesto que existe un motivo inverosímil hacia un objeto, un animal, un lugar, una conducta o una situación determinada.

Es muy común que dichas fobias se racionalicen y se creen motivos que las justifiquen, como en el caso de la aerofobia, en el que la persona puede llegar a entender que evitar un avión es claramente la forma con la que puede contribuir en mayor medida a su supervivencia.

Para muchas personas, existen tareas cotidianas que pueden resultarles casi imposibles como salir a la calle, meterse en una piscina, conducir, vacunarse o incluso hablar con desconocidos.

Estos son algunos de los muchos ejemplos de conductas que cierta gente ve a un mundo de distancia, dado que su manera de actuar ante un estímulo fóbico suele ser la evitación del mismo.

Las personas que experimentan una fobia no suelen manifestar creencias irracionales, incapacidad de funcionar con normalidad y no se caracterizan por no saber identificar las situaciones de peligro. Se trata, simplemente, de personas que han realizado un aprendizaje incorrecto basado en el refuerzo negativo (la evitación de un estímulo desagradable conlleva un estado de calma y tranquilidad).

Habitualmente, el trabajo más adecuado y que proporciona resultados más eficaces en caso de una fobia es la desensibilización sistemática, una técnica ampliamente contrastada dentro del marco de la terapia cognitivo-conductual.

A la hora de trabajar con un diagnóstico de este tipo, es importante contar con un psicólogo para fobias que conozca las mejores técnicas para el abordaje fóbico y pueda, progresivamente, llevar a la persona a ser capaz de afrontar su temor habiendo construido un entorno de seguridad que le haya permitido dejar atrás la ansiedad y superar la aversión al estímulo que la desencadenaba.

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