Psicólogo para procesos de mediación familiar en Valencia
¿Puede serme útil la ayuda de un psicólogo en mediación familiar en Valencia?
Cuando hablamos sobre mediación familiar automáticamente comenzamos a pensar en desacuerdos y problemas en el núcleo familiar que nos parecen irresolubles. Esto se debe a dos factores principales: En la actualidad, la mediación juega un papel fundamental en los desacuerdos familiares que involucran procesos legales como los divorcios o el reparto de herencias, por lo que se asocian a la intervención de abogados, pleitos o juicios.
Además, tenemos muy arraigada la creencia de que los problemas familiares deben ser resueltos por la propia familia, con la intención de evitar que alguien externo se entere de que nuestro grupo de pertenencia está experimentando alguna falta de entendimiento.
De lo anterior se puede extraer que por norma general nos da miedo enfrentarnos a problemas que no sabemos cómo concluir, y esto se acentúa si la solución no depende únicamente de cómo actuemos nosotros. Este comportamiento es completamente natural y común en la mayor parte de la población.
¿Cuál es el papel de la mediación?
Al contrario que en la terapia familiar sistémica, la mediación aborda un problema en un contexto no terapéutico, lo que significa que se centra en cómo resolver uno o más conflictos de intereses puntuales entre dos o más miembros de la unidad familiar.
En lugar de generar un nuevo patrón de relación y comportamiento en la familia y los miembros de la misma, el mediador trata de que todas las partes alcancen un acuerdo que consideren adecuado de la forma más conveniente.
Estos acuerdos suelen utilizarse para evitar procesos judiciales contenciosos y alcanzar una propuesta que sirva como base para un acuerdo legal o propio. Es de utilidad tanto en procesos enteros como en problemas específicos que aparecen durante uno de estos procesos.
El hecho de que sean los involucrados los que discutan los problemas, comuniquen sus puntos de vista y opiniones sobre las decisiones que se tomen durante el proceso potencia la comunicación, empatía y escucha activa de las partes, cosa que no ocurre en los procesos contenciosos, en los que son los abogados los que tratan de conseguir el mejor acuerdo para sus clientes.
¿Cómo funciona?
La mediación familiar permite que los miembros de la familia se expresen libremente y expongan sus necesidades y problemas para que el otro las escuche e, idealmente las comprenda y respete, pero requiere que se cumplan ciertas premisas para poder ser totalmente eficiente, tanto por parte del mediador como de la familia y la situación.
Se debe tener en cuenta que se trata de un proceso totalmente voluntario, es decir, que las partes deben tener claro que quieren iniciar este procedimiento, sin que nadie se sienta obligado o presionado a iniciarlo o continuar con el mismo en contra de sus deseos. La intención es que todas las partes se involucren en el proceso de forma activa y se impliquen para encontrar la solución que más se adapte a sus deseos.
El psicólogo mediador siempre debe permanecer imparcial y neutral. No puede ni debe posicionarse con ninguna de las partes ni permitir que sus creencias o valores interfieran en el proceso. Para esto es fundamental que la relación entre las partes no sea de abuso ni maltrato.
El contenido de las sesiones debe ser totalmente confidencial por parte del mediador, que únicamente puede revelarlo en caso de consentimiento expreso o peligro propio, de una de las partes o de un tercero.
Asimismo, es conveniente que todos los implicados en el proceso de mediación guarden cierto secreto con aspectos que puedan revelar los demás involucrados, siendo apropiado un acuerdo previo sobre la confidencialidad de los datos que se traten en dichas sesiones.
Las decisiones deben ser tomadas por las partes involucradas en el conflicto, y las soluciones que se propongan deben ser aceptadas y mantenidas en el tiempo.
¿En qué se diferencia la mediación de otros procesos?
Como hemos comentado anteriormente, la mediación tiene como objetivo principal que las partes implicadas alcancen un acuerdo que consideren satisfactorio y justo, pero no se centra en los sentimientos o problemas de base asociados a estos desacuerdos, por lo que en las ocasiones adecuadas resulta más rápido que iniciar un proceso de terapia familiar completo y aunque no es su intencionalidad, habitualmente ayuda a los participantes a potenciar ciertos aspectos que beneficiarán a su relación.
Este proceso también es diferente del arbitraje, ya que no es el mediador o árbitro el que alcanza un veredicto tras escuchar los argumentos de las partes, sino que son los implicados los que deciden las condiciones del acuerdo que van a alcanzar.
Por último, la mediación presenta un espacio neutro en el que dialogar sobre los conflictos y llegar a un consenso, se adapta a las necesidades de los involucrados y de la situación, trata de evitar que las partes se vean como enemigas o enfrentadas, otorga el protagonismo, la responsabilidad y el peso de la toma de decisiones a la familia, en lugar de escudarlos tras abogados y potencia la comprensión mutua. Además, en la gran mayoría de ocasiones, resulta mucho más barato y rápido que un proceso contencioso.
En resumen, la mediación familiar es un proceso que trata de conciliar las partes existentes en un conflicto en el ámbito familiar mediante la intervención de una tercera parte no vinculada al mismo (nuestro psicólogo para mediación familiar), que se encargará de dirigir y gestionar los turnos y las aportaciones que se vayan a realizar. Por norma general, podemos distinguir cinco fases a lo largo un procedimiento de mediación, que detallaremos a continuación:
1.- Preparación:
La preparación se define como la fase inicial de un proceso de mediación, en la que las partes eligen un psicólogo mediador y se reúnen con el mismo con el objetivo de exponer la problemática que se entiende que está causando, manteniendo o agravando un conflicto entre ellas.
Por tanto, el psicólogo mediador debe mantenerse como elemento imparcial que escuche atentamente todas las versiones del problema y pueda devolver a las partes una redefinición del mismo a partir de lo que se le haya aportado.
2.- Apertura:
En el momento en que todas las partes, incluido el mediador, parecen comprender y estar de acuerdo en los principios de la problemática descrita, llegamos a la segunda fase del proceso de mediación, conocida como apertura.
Durante esta etapa, se llega a un nivel mayor de profundización sobre el problema que va más allá del titular que lo ha descrito inicialmente, lo que implica que deben aclararse las posiciones de cada una de las partes y cuáles son sus objetivos a alcanzar.
3.- Núcleo:
La profundización en la raíz del conflicto puede llevar a elevar el nivel de tensión en el procedimiento de mediación, razón por la que el mediador tratará de regular de la forma más equilibrada la intervención de cada una de las partes, evitando así que ninguna de ellas se sienta poco atendida o respetada.
En esta tercera fase, conocida como núcleo, cobra vital importancia el papel de escucha activa entre las partes, de manera que puedan identificarse necesidades y factores emocionales que están relacionados con el conflicto, y que el mediador puede captar y emplear como un facilitador de la empatización y la comprensión de las razones de la otra parte.
4.- Desenlace:
Tras la escucha activa entre las partes, se llega a la fase de desenlace del proceso de mediación, en la que cada una de ellas debe generar y proponer opciones que puedan permitir la solución del conflicto, así como evaluarlas en la misma sesión y tratar de alcanzarlas mediante la cooperación conjunta.
5.- Acuerdo:
Finalmente, cuando las partes han acordado una o varias alternativas a poner en práctica como vía de resolución de su conflicto existente, podemos asumir que se ha llegado a la etapa última, conocida como acuerdo, en la que el mediador plantea un resumen de la resolución de las partes, así como propicia el establecimiento de un compromiso por cumplirlo y respetarlo para alcanzar los objetivos previamente delimitados.
En algunas ocasiones, contar con un psicólogo para mediación puede ser una herramienta de utilidad a la hora de gestionar conflictos que no parecen tener un fin o para las que no se llega a un punto intermedio. En Dopsi, facilitamos un servicio de mediación profesional que ayudará en el abordaje y resolución de conflictos familiares hasta alcanzar un punto óptimo para todas las partes.